"Cambiar la corbata por el delantal"
Algunas compañías envían unos días a sus ejecutivos a mezclarse con la plantilla y realizar tareas de base. ¿Una forma de conocer la propia empresa o puro ‘marketing’?
Nada más entrar en el restaurante que McDonald’s tiene junto a la madrileña Puerta del Sol saltaba a la vista que algo fuera de lo habitual ocurría ese día. La señal definitiva de que no era un día cualquiera estaba situada en una de las cajas: Patricia Abril, presidenta de McDonald’s España, era quien tomaba el enésimo pedido de la mañana a uno de los turistas. En la cocina o escoba en mano, directivos de recursos humanos y ejecutivos de finanzas. Durante una jornada todos cambiaron los despachos por el restaurante. ¿Estrategia o marketing?
Un día entre la plantilla puede ayudar a motivar a los trabajadores, a aumentar el grado de compromiso e incluso a reforzar el liderazgo de los jefes.
En Ikea no les parece suficiente que sus directivos pasen por la tienda solo al inicio de su carrera y luego se trasladen a los despachos. Por eso esta compañía de muebles les obliga a todos, sea cual sea su puesto, a que se enfunden el chaleco de vendedor al menos cinco días al año. “Todos los empleados de las oficinas, sin excepción, están obligados a trabajar en la tienda unos días cada año. Se incorporan en fines de semana o en fechas señaladas, cuando hay más carga de trabajo”, asegura Enrique Puig, responsable de recursos humanos de la multinacional sueca.
La noticia de que Marta Ortega se convertiría temporalmente en dependienta en tiendas de Inditex causó gran revuelo en 2007. La hija de Amancio Ortega, el fundador del imperio, comenzaba su camino hacia la cúpula de la compañía como buena parte de los que conforman la empresa de Zara: doblando camisas y vendiendo pantalones. La compañía suele apostar por la promoción interna, y si los directivos no vienen de la casa, deben trabajar unos días en las tiendas, para que entiendan el espíritu Inditex.